HARDWARE: PROGRAMADO PARA MATAR (Hardware, Richard Stanley, 1990) - ME LLAMAN MULO

lunes, 16 de enero de 2012

HARDWARE: PROGRAMADO PARA MATAR (Hardware, Richard Stanley, 1990)


Interesante muestra del cine de ciencia-ficción de principios de los 90, surgida a rebufo de películas como Terminator (James Cameron, 1984) y , en menor medida de las historias post-apocalipticas estilo Mad Max (George Miller 1979), Hardware es una interesante obra de bajo presupuesto muy disfrutable para todos los fanáticos de éste tipo de historias, a pesar de algunos bajones de ritmo de los que se resiente a lo largo de su metraje.


La historia comienza en un desierto, en él contemplamos a un extraño vagabundo (Carl McCoy, cantante del grupo Fields of Nephilim) cuyo rostro está cubierto por una especie de máscara antigás, el siniestro personaje encuentra los restos de un robot en lo que parece una antigua zona de guerra devastada y los recoje con la intención de venderlos como chatarra en algún lugar. No sabemos el porqué del extraño atuendo ni de lo ocurrido en la zona, aunque posteriormente se nos desvelan ciertos indicios de que puede haber ocurrido una guerra nuclear, con el consiguiente colapso social, los restos de la humanidad malviven en ciudades sucias, intentando sobrevivir como pueden a la contaminación radiactiva que les rodea.



En esta ciudad el vagabundo coincide con Moses (Dylan McDermott), otro explorador que ha ido a vender lo que ha podido rescatar de la zona radiactiva, Moses mantiene una relación con Jill (Stacey Travis), una escultora que vive encerrada en un apartamento que parece un búnker y del que apenas sale creyéndose segura en él de todos los peligros del momento en que le ha tocado vivir.

Moses le compra al vagabundo los restos del robot para Jill sin saber que éste tiene capacidad de autorepararse, una noche mientras Jill duerme, éste se reconstruye y comienza la pesadilla, el robot no parará hasta complir su objetivo, matar a todos los que encuentre a su paso.

Seguro que con esto pillo fijo...

La película se basa en el cómic SHOCK!, creado por el dibujante Kevin O´Neill y el guionista Steve McManus, y pese a lo que la publicidad nos intentó vender, ("...El Terminator de los 90", como aparecía en su cartel publicitario), consigue trascender su condición de serie-b para contarnos una historia con entidad propia, en la que el robot asesino pasa a ser un personaje secundario en la mayor parte del metraje, siendo el film una alegoría bastante pesimista de la condición humana. Con ciertos componentes místico-religiosos, muy en la línea del movimiento cyberpunk del que es cláramente deudora y que tiene su máximo exponente en la obra literaria de escritores como William Gibson (Quemando Cromo, Neuromante), o Bruce Sterling (Islas en la red, La máquina diferencial).
El robot M.a.r.k. 13 es representado por medio de un animatronic bastante resultón para el presupuesto con el que contaba la producción (unos dos millones de dólares) y da bastante el pego en todas las escenas, los maquillajes gore que hay en algunas de las escenas cumplen con la labor aunque no están a la altura del resto de la producción y banda sonora cuenta con interesantes temas de metal industrial de grupos como Ministry o G-War, cabe destacar la participación de Iggy Pop como Bob el rabioso, el locutor de la radio que se escucha varias veces durante el film.



Lo más flojo de Hardware son sus interpretaciones, las cuales, salvo un par de secundarios, como el vecino obsesionado por Jill, van desde lo desganado (caso de Moe) a lo simplemente patético, como el amigo sonado de éste, interpretado por John Lynch, sin duda alguna la peor interpretación de toda la película, sin embargo, al ser una historia de ideas mas que de personajes no resulta demasiado enojoso y no afecta al disfrute de ésta.

En resumen, Richard Stanley supo aprovechar muy bién los pocos recursos de los que disponía para realizar una película artesanal y simpática, que se resiente en un par de momentos haciendo que la historia no sea todo lo dinámica que debiera, pero que gracias a su estilo personal y a una magnífica fotografía de tonos rojizos, nos consigue transportar a un futuro bastante desespereanzador. El film ha alcanzado un estatus de culto en muchos países, lo cual no es siempre una prueba de calidad, pero al menos si demuestra que lo que se va a ver se sale lo de lo convencional y predecible, y eso, queridos amigos, no es fácil de encontrar en nuestros días.

Te daba tal que asín...


PUNTUACIÓN EN EL MULÓMETRO 6.5

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