UN PROFETA (Un Prophéte: Jacques Audiard, 2009) - ME LLAMAN MULO

domingo, 8 de enero de 2012

UN PROFETA (Un Prophéte: Jacques Audiard, 2009)



El mismo año en que se estrenó la sobrevaloradísima Celda 211 (Daniel Monzón), una tópica y bastante vulgar cinta de acción carcelaria cuyos dos únicos méritos fueron que estaba hecha en nuestro país y la interesante y contundente, pero no especialmente arriesgada interpretación de Luis Tosar como Malamadre, apareció también en nuestras carteleras por un brevísimo tiempo (o al menos esa impresión me dio a mi) esta joyita francesa increíblemente superior en todos los sentidos pero que pasó un poco de tapadillo por nuestras tierras, lo cual es una gran injusticia, porque Jacques Audiard (Un Héroe muy Discreto, Mi Corazón se ha Parado, Lee mis Labios) demuestra más pericia narrativa en la primera hora de ésta película que prácticamente la totalidad de los directores españoles que estrenaron algún trabajo durante el 2009.


Un Profeta narra el ascenso de Malik El Djebena (Tahar Rahim), durante los seis años que pasa en una prisión, en la que ingresa por un delito el cual no es especificado pero que se presume de poca monta. Malik es auténtica carne de cañón, un pobre joven de 19 años analfabeto, que no tiene ningún tipo de contacto ni amistad ni dentro ni fuera de la cárcel y que por tanto debería durar menos que un caramelo en la puerta de un colegio.

Pero las circunstancias se ponen a su favor cuando un viejo capo de la mafia corsa, Cesar Luciani (Niels Austrup, el cual parece el hermano viejo y chungo de Dominique Piñon) que también se encuentra recluido necesita a alguien que no tenga ninguna relación con él para eliminar a un preso recién trasladado que va a testificar contra sus superiores, Malik, en contra de su voluntad, debido a las amenazas que recibe en caso de que se niegue a realizar el trabajo. Tanto los momentos previos de preparación para el asesinato como la escena propiamente dicha son un prodigio de narración, lo cual da la tónica sobre como transcurrirá el resto de la historia con una economía narrativa que no impide por medio de todo tipo de detalles visuales y de montaje, explicar mas en un minuto de metraje que la gran mayoría de producciones actuales.

...Con la mierda al cuello



Después de realizar dicho trabajo Malik se convertirá en recadero de Luciani, y poco a poco se le asignarán trabajos cada vez más importantes, lo que no supondrá que nuestro protagonista descuide sus propios chanchullos, haciendo caso a un consejo que le da su víctima carcelaria “hay que tratar de salir de aquí menos gilipollas de lo que se entra”.

Pero además tendrá que lidiar con el desprecio tanto de los integrantes de la banda corsa, como de el resto de prisioneros árabes que hay en la prisión, los primeros porque desprecian a todo árabe, y los segundos porque le ven como un traidor a su propia gente. El resto de la historia mejor lo averiguan por ustedes mismos queridos lectores, ya que les garantizo que no se van a arrepentir.

La película va como un tiro, a pesar de sus 150 minutos de duración y de hecho al finalizar te quedas con ganas de saber más, tanto de Malick, como de Luciani, así como de muchos de los personajes secundarios que pululan por todo su metraje, todo esto se debe principalmente a la nunca lo suficientemente alabada dirección de Audiard, que no duda variar el tono de lo que está contando según las necesidades del momento, variando de un tono genérico casi documentalista a momentos oníricos realmente poéticos como las veces que al protagonista se le aparece su víctima en una suerte de restos de su moralidad y conciencia previas a los cambios de personalidad que sufre por la dura situación que atraviesa. Si bien hay que reconocer que no consigue aguantar durante todo su metraje los excelentes resultados que obtiene en su primera hora, principalmente porque tirando hacia el final no puede evitar caer en algunos de los tópicos que suelen acompañar a este tipo de historias, lo cual en todo caso es un mal menor en el genial resultado del conjunto.


Preparándose para su primer trabajito... no os hacéis una idea.




Pero si es realmente meritoria la labor del director, sería injusto no mencionar también las interpretaciones de sus dos protagonistas principales. Tahar Rahim compone un magnífico Malik, el cual pasa de ser un personaje relativamente inocente y bueno a un total cabrito, de una manera muy sutil y conservando siempre retazos de la persona básicamente buena, pero que los acontecimientos de la vida le han llevado a una serie de malas decisiones. Caben destacar los momentos, marcándose una transición realmente brutal al final del film..

Por otro lado tenemos a Niels Austrup encarnando al peligroso jefe corso, un personaje que en manos de otro actor hubiera caído en los clásicos tópicos de mafioso completamente ido de olla y malvado por que sí, aquí por su puesto que se muestra como un hijo de puta en toda regla pero a su vez acaba entablando una extraña relación casi paternal con Malik, lo cual no impide que cuando el considera que éste se está desobedeciéndole o realizando chanchullos que podrían perjudicarle le muestre su “desazón” de formas, digamos que contundentes...



Si a todo lo anteriormente mencionado le añadimos un auténtico pepino de banda sonora que ha compuesto Alexandre Desplat, el resultado es una de ésas películas que te hacen recuperar la fe en el cine actual, y eso amigos, dados los tiempos que corren no es moco de pavo.

En resumen, una película de obligado visionado para todos los amantes de los dramas carcelarios en general y devotos del CINE con mayúsculas.


PUNTUACIÓN EN EL MULÓMETRO: 9

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