J. EDGAR - ME LLAMAN MULO

lunes, 6 de febrero de 2012

J. EDGAR

Después de Drive, uno de los estrenos más esperados por este que suscribe era la nueva película De Clint Eastwood sobre el controvertido director del FBI J. Edgar Hoover, no tanto por la elección del personaje en sí (que siempre despertó mi curiosidad aunque suene recurrente decirlo) como por la duda sobre cómo abordaría el octagenario director la narración de su historia. Pero cuando uno ve que aparte del propio Clint, la película cuenta con una guión de Dustin Lance Black (Oscar por el guión de 'Mi nombre es Harvey Milk') y con actores como DiCaprio y Naomi Watts, gran parte de las dudas se disipan y solo queda sentarse y disfrutar.
Uno de los grandes aciertos de Clint (me permito tutearle por la amistad que nos une) es construir una biografía sólida y veraz que huye de los amagos de hagiografía a los que estamos acostumbrados cuando nos toca tragarnos un biopic. No es ésta por tanto una película que busque divinizar la figura del señor Hoover ni tampoco cebarse en los escándalos que poblaron su vida. Es, sencillamente, una reconstrucción honesta de muchos de los aspectos de su personalidad, tanto los oscuros como los relacionados con sus éxitos personales y sus taras emocionales..



Se habla por tanto del empeño que puso Hoover en crear una organización independiente y centralizada que gestionara sus propios fondos sin ninguna atadura política, de la creación de una base de datos nacional de criminales para su identificación a partir de las huellas dactilares (algo que aún estaba en pañales por aquel entonces) y de la lucha contra el crimen organizado (Dillinger, Al Capone, Nelson..). Se habla de un personaje que, al más puro estilo Hearst (en el que se inspiró Ciudadano Kane) consiguió doblegar a cuatro presidentes de los Estados Unidos consecutivos gracias a una mezcla de astucia, falta de escrúpulos y algo de suerte. Pero también se habla de un hombre que ocultó sus debilidades y persiguió con rabia las de otros, de un hombre que reprochaba la falta de colaboración entre las distintas entidades policiales pero que no dudaba en ser el primero en invadir competencias ajenas. Y sobre todo, un hombre cuyo ego le llevó a ponerse con una total falta de vergüenza multitud de medallas ajenas.

LOS ACTORES
Hubo una época en la que aberraba del señor DiCaprio (allá por los albores de Titanic) pero con el tiempo ha demostrado ser un actor bastante versátil y se ha construido una carrera con la suficiente solidez como para ganarse el respeto de este que escribe..Está claro que a Eastwood no le interesa (ni le ha interesado nunca) el personaje alrededor del que giran sus filmes tanto como descifrar qué es lo que habita detrás de la persona, y aunque hay excepciones, sus mejores filmes suelen centrarse en la parte humana de la historia, razón por la cual es uno de nuestros favoritos (a pesar de grandes fiascos como "ejecución inminente" o "mas allá de la vida"). J. Edgar no es una de esas excepciones, y eso es algo que el protagonista de ‘origen’ sabe aprovechar perfectamente, desplegando todas sus capacidades actorales, y aunque entiendo que a algunas personas pueda chirriarle su interpretación de un Hoover anciano, no debemos perder de vista la dificultad que conlleva conseguir que alguien que ha poblado las carpetas de las féminas de medio mundo se parezca a un individuo con cierto aire ranudo como era el personaje real. Y sin embargo, a pesar de lograr una de sus actuaciones más matizadas y completas, ni siquiera ha sido premiado con una nominación al Oscar, algo que a mí personalmente no me sorprende viendo como está este año la ceremonia..

Naomi Watts se encuentra en un punto intermedio que enlaza a Hoover con el mundo exterior interpretando a su fiel secretaria, y aunque sus apariciones son breves, al final se revela como crucial en el apartado de los logros personales del protagonista. El problema es que a Eastwood esta es la parte que menos le interesa, por lo que su aportación es algo marginal aunque la actriz está, como siempre, muy correcta.



Armie Hammer, que interpreta a Tolson, la mano derecha de hoover (y al mismo tiempo su amor platónico, por decirlo de alguna forma) peca de sieso en un principio pero luego salva los trastos con bastante pulcritud (impresionante la escena final para aquellos que no tengan una piedra por corazón). Tolson es el elemento innovador, el que se saca de sus esquemas iniciales a Hoover, representa el cambio, el progreso, un muro contra el que se estrellan las convicciones que la madre de Hoover le ha inculcado (una figura maternal retorcida, homófoba y manipuladora genialmente interpretada por una detestable Judi Dench) , y aporta los momentos de mayor riqueza al metraje, consiguiendo que la película suba varios enteros..

Eastwood, en otras palabras, realiza una película fascinante por desequilibrada, que invita a la reflexión sobre la memoria historiográfica sin caer en la caricatura ni en los juicios personales a los que peligrosamente nos está acostumbrando el cine actual. La última vez que salí del cine con la sensación que me ha dejado J. Edgar fue cuando acudí a ver el hundimiento (Oliver Hirschbiegel, 2004), porque realmente sentí que había sido testigo del intento de un realizador por contar una historia sin pretensiones morales, lejos de los manierismos de la corrección política.

La mayor virtud de J. Edgar reside en constuir un relato ingobernable de cinco décadas sin someterse a la dictadura de la cronología, alternando suavemente los diferentes momentos históricos del personaje a base de flashbacks nada forzados.


Cuando ví el trailer por primera vez noté como una descarga me recorrió el espinazo (fruto posiblemente también de una mala digestión) al observar la caracterización de un DiCaprio envejecido interpretando al señor Hoover en el ocaso de su carrera y me temí que un descuido del aspecto técnico relativo al maquillaje hubiera devenido en la caricatura y eso le restara crediblidad al film, pero cierto es que en la gran pantalla eso no sucede. Aunque en el caso de algunos personajes (el del ayudante Tolson por ejemplo) podría haberse hecho mejor, tanto en lo tocante a DiCaprio como con Naomi Watts eso se salva con nota.

No estaba yo muy seguro de como abordaría el aspecto gay de la biografía nuestro amigo Clint, puesto que es la parte con más sombras de la historia y en un principio supuse que se mencionaría de pasada como sucediera en la brillante (pero en algunos sentidos algo cobarde) JFK de Oliver Stone (1991). 
No es así, y de hecho constituye la guinda elegante de una película que se caracteriza por la ausencia de trampas. No se utiliza como arma arrojadiza ni como una trampa lacrimógena que busque el llanto o la emoción fácil, sencillamente se muestra de una forma sutil y hermosa, sin saltos ni brusquedades, al mismo tiempo que se alterna con los acontecimientos históricos en los que tomó parte Edgar (al que también tuteo porque conozco a su familia de toda la vida) para que todo tenga al final, un sentido. 

En definitiva, nada es blanco o negro en este film, que juega discretamente con los grises y muestra lo que hay sin tapujos pero también sin grandes bombos ni excesos dramáticos. 

NOTA EN EL MULÓMETRO: 8.5









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