octubre 2012 - ME LLAMAN MULO

domingo, 28 de octubre de 2012

FLASHBACK (Franco Amurri, 1990)

Porque no todo va a ser gore y cine raruno, pero continuando un poco con la tónica de reivindicar películas no muy conocidas para el público en general que han sido las entradas más exitosas de este blog, toca hoy comentar una pequeña película de Franco Amurri, un director completamente desconocido (más allá de ésta, su principal aportación a la "fábrica de sueños" fué Un ladrón de cuatro manos (Monkey Trouble, 1994), película que, desde luego no pienso ver, principalmente para no perder mi buena opinión de él obtenida con la que hoy nos ocupa.

Flashback es un perfecto exponente del cine de entretenimiento que se hacía a finales de los 80 y principios de los 90, una película pequeña, de bajo presupuesto pero que engancha desde el primer minuto, debido principalmente a un guión sencillo pero muy bien trabajado y, sobre todo, gracias a la química que destilan los dós protagonistas, un joven Kiefer Sutherland que aún se hallaba a años del pelotazo de 24 y -muy especialmente-  un inmenso Dennis Hopper, que se encuentra en su salsa en un papel muy lejano de las estridencias interpretativas de los que fueron sus últimos trabajos.

martes, 16 de octubre de 2012

ADIOS MUCHACHOS (Louis Malle, 1987)



Sé que esta entrada es atípica dentro de los bodrios  que estamos acostumbrados a comentar en este blog y que tanto nos gustan, pero uno, que también tiene su corazoncito, no puede dejar escapar la oportunidad de comentar una película de calada importancia en mi infancia aún a riesgo de entrar en la pose y el culturetismo barato que siempre critico. Dios me libre de ello, pero cada uno que piense lo que quiera y al que no le guste, que se vaya a zurrar mierdas con un látigo.
Adios muchachos es una de esas películas que pasó ligeramente desapercibida en este pais (tuvo una acogida decente en taquilla aunque la crítica literalmente se miccionó cuando se proyectó en el festival de cine de San Sebastián)  y que yo tuve el placer de ver en su pase por televisión un par de años después, cuando uno podía escoger la mejor forma de aburrirse entre la primera cadena de TV y telemadrid. Con 11 años como tenía yo por aquel entonces,  mis expectativas ante este film costumbrista, de marcado toque realista, y lo que es peor, francés, me atraía tanto como un helado con sabor a heces de mono, pero ante la amenaza por parte de mi padre de sufrir una llave de judo o cualquier otro castigo de tipo físico si abandonaba el salón, decidi darle una oportunidad a la película y ya de paso, salvar la vida.